Me asustan los reflejos, el blanco de tus manos,
la noche sin persianas.


¿Sabes?


Conozco
tu piel
de camarones;
tu voz
de sepia clara;
y tus dedos:
dedos perfectos, redondos,
limados.


¿Sabes?


Saboreo
tu soledad
resbalando en la ventana,

y


creo
que es sublime
la desnudez de una mujer en el espejo
que desafía tiempos
sin palabras.




Autora: María Milagros Roibón

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