A la muy querida, a la muy bella
Que llena mi corazón de claridad,
Al ángel, al ídolo inmortal,
¡Salud en la inmortalidad!


Ella se extiende en mi vida
Como un aire impregnado de sal,
Y en mi alma no saciada
Derrama el sabor de lo eterno.


Saquito siempre fresco que perfuma
La atmósfera de un reducto querido,
Incensario olvidado que echa humo
En secreto a través de la noche,


¿Cómo -amor incorruptible-
Definirte con acierto?
¡Grano de almizcle que yaces, invisible,
En el fondo de mi eternidad!


A la muy buena, a la muy bella,
Que constituye mi alegría y mi salud,
Al ángel, al ídolo inmortal,
¡Salud en la inmortalidad!


Charles Pierre Baudelaire

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