La primavera besaba 
suavemente la arboleda, 
y el verde nuevo brotaba 
como una verde humareda. 
Las nubes iban pasando 
sobre el campo juvenil... 
Yo vi en las hojas temblando 
las frescas lluvias de abril. 
Bajo ese almendro florido, 
todo cargado de flor 
—recordé—, yo he maldecido 
mi juventud sin amor. 
Hoy, en mitad de la vida, 
me he parado a meditar... 
¡Juventud nunca vivida, 
quién te volviera a soñar!



                                       Antonio Machado

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